La tentación del blog es como la tentación de la escritura, siempre está ahí. Qué demonios, es la misma, no es que sea como. Y tiene, además, otras implicaciones. Cuando escribes (una novela, un relato, un poema) se hace en absoluta soledad y los ecos de la lectura, la respuesta imprescindible de los lectores (cualquier lector) tarda en producirse. El circuito es diferente y la interlocución un asunto complicado. La escritura del blog se traduce en lectores inmediatos. En comentarios. En gente que aparece en tu vida, porque se cuela entre lo que has escrito, y se hace próxima, imprescindible, amiga.
No sé (podría mirarlo ahora, pero no voy a hacerlo, por la cosa del vértigo) cuánto tiempo hace que escribí la última entrada. Iba a decir que más de un año, pero seguro que hace más de dos. En este tiempo viví tormentas, se murió mi padre, nació mi nieto, publiqué una novela, gané unos cuantos kilos, perdí muchos más, conocí gente, quise, me quisieron, me equivoqué alguna que otra vez, me levanté. Todas esas cosas habrían quedado reflejadas en este blog de haber seguido escribiendo. A todas ellas les habría buscado las cosquillas para convertirlas en ese estado intermedio de fluidez que va del líquido de lo confesional a lo sólido de lo literario.
Porque algo así vienen a ser los blogs, estos artefactos que tal vez avanzan hacia la fosilización, y que sin embargo conservan el latido de las vidas que albergan, de las vidas que posan sus ojos sobre ellos.
Siempre tengo la tentación de volver al blog, a algún tipo de blog. Inventarme una personalidad y escribir uno absolutamente creativo, hacer uno muy serio sobre literatura. Uno sobre cocina con mis recetas. Uno colectivo con amigos. Uno absolutamente secreto con mis secretos más secretos, con contraseña para ser leído. Otro exclusivamente optimista. Otro para el llanto, o para el desconsuelo. Y en todos esos propósitos (algunos de los cuales incluso se han concretado, aunque no han pasado del primer post, y por ahí permanecerán en un limbo inaccesible, porque ya he olvidado hasta sus nombres, y no digamos su contraseña) siempre aparece, siempre, la imagen difusa de quienes éramos entonces: los amigos que un día aparecieron por este blog y me mostraron los suyos, los que descubrí y se vinieron, los que formaron aquel círculo de confidencia, o de pensamiento, de intercambio de ideas y de intercambio de trocitos de vida. Algunos siguen formando parte de mi existencia, porque después de los blogs vinieron las redes, y también nos encontramos en esa batalla. De otros no volví a saber nada.
Secretamente, confesaré, que a veces navego por la red y acudo a sus blogs, a los que siguen en pie resistiendo, a los que quedaron abandonados como éste. No dejo huella de haber pasado, porque es como si entrara de puntillas a comprobar que alguien que amamos duerme tranquilo. Y entre la nostalgia difusa y el más aún difuso propósito de retomar, me digo que nosotros, los de entonces, aún somos. No sé si los mismos, pero somos.
Nivelón. Cuando uno lee esto, se siente como Pepín Bello. Que ha pasado a la historia como «uno-que-conoció-a-García-Lorca». Un abrazo muy grande.
Nosotros, los de entonces, ¡claro que somos! Todavía soy de las psicópatas que siguen con su blog, aunque ya… pobres, no hay manera de revivirlos. Así que gracias, por esto y porque éste fue mi primer blog, el primero que empecé a seguir…
Un besazo, Bruja (huy, que ya habías mutado a Laura-la-madre-de-Sofía).
Ainsss, otra Pepin Bello se suma a la fiesta. Todavía recuerdo cuando nos «conocimos» , colgué una foto de la Torre de Espantaperros y por ahí apareciste tú… nadie podría decirme que ibas a ser tan parte de mí.
Creo que somos los mismos, creo que gracias a las redes mantenemos un vínculo más cercano incluso que antes, aunque más limitado, porque creo que nos volcábamos en los blogs y como bien dices pasaban nuestros buenos y malos momentos. Resulta muy emocionante veros a todos en el blogroll, los viejos tiempos vuelven, aunque sea un instante.
Besos, besos y más besos
Con todo lo que os debo y qué poco agradecida que soy, hay que ver. Tras leerte me pregunto por qué demonios estoy tan callada. Alejada de los blogs y últimamente también de las redes, no pasa un día sin que recuerde ese gusanillo de entrar en los blogs con el primer café de la mañana para llevarme cada historia de la mano por mi día. Hoy, gracias a vosotros, he vuelto a vivir esa sensación. Y es un placer, aunque sólo sea, como dice Anabel, por un instante.
Mil gracias y muchos más besos querida Laura.
Ya ves que aún te seguimos, cuando apareces y desapareces y apareces al cabo de dos años.Aún seguimos en los blogs, los que aún no se han fosilizado, a mí ahora me gustan más porque tienen menos trasiego, son más tranquilos.
Es un lujo leerte, esa prosa cuidada y…
Un beso.
Vengo como un boxeador maltrecho. El orden no lo puse yo (en todo lo que tenga que ver con los blogs hay un porcentaje altísimo de azar, lo notaste? cómo llegué hasta aquí??)
Decía que el orden lo puso alguien que no soy yo y empecé leyéndola a Gloria, luego a Cecilia, a Anabel, Vengo de la casa de Fusa y aquí estoy. He recibido ganchos, jabs, un cross y un áperca (como se dice en falso inglés) que me han dejado lo suficientemente confuso como para descuidarte el mentón y que que seas justamente vos la que me mande a la lona, Laura. Uno no debiera agradecer la amistad pero lo haré. Gracias por ser mi amiga, querida Laura. Y por pasar de vez en cuando por mi casa para ver si estoy durmiendo bien. Un beso.
Maravilloso Laura. Qué bellas las palabras escritas en tu casa. Yo, durante mucho tiempo, he hecho como tú, entrar de puntillas y no deshacer las camas. Qué grande sois tod@s.
Salud y abrazos
Un gran abrazo, estimada Laura; he disfrutado en grande con la entrevista que le diste a Anabel para la Puerta deshecha. Espero pronto tener tu libro en mis manos y disfrutar con él. No dejes el blog. Un beso.
Yo sí dejo huella. Besos.