Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for 8 de octubre de 2009

Hace unos cuantos años oí a Jodorowsky contar un cuento. Estábamos en una librería de mi ciudad y él hablaba de psicomagia, que por entonces  (y qué demonios, ahora también) a mí me parecía un término de lo más ambiguo.  Yo aguardaba  a que terminara su intervención con una cierta impaciencia ( tenía que entrevistarlo para la tele, un par de preguntas simplemente) y  cuando lo oí decir que para terminar iba a contar un cuento, sentí una mezcla de alivio -porque por fin iba a poder hacer lo que me había llevado allí aquella mañana lluviosa- y temor, porque vete tú a saber cómo sería de largo.

El cuento lo he estado buscando por la red y lo he encontrado, pero no exactamente como lo contó él, que la verdad es que se me quedó extrañamente impreso en la memoria. Voy a tratar de reproducirlo como se lo oí entonces.

Un tipo se encuentra a un amigo que está llorando mientras come unos pequeños pimientos. ¿Qué te pasa?, le pregunta. Y entonces el amigo le cuenta que había ido al mercado y en uno de los puestos había visto aquellos pimientos que le resultaron muy apetecibles, y entonces había comprado un buen montón. Que él creía que eran dulces, le dice, pero en cuanto los probó, descubrió que picaban dolorosamente.  El amigo con la sensatez y la lógica más aplastante, le pregunta: ¿Y por qué te los estás comiendo? Y el amigo, entre lágrimas responde: Es que me he gastado tanto dinero en ellos…

No sé por qué me he acordado de este cuento esta mañana.  Supongo que será porque últimamente he tenido algunas conversaciones con personas que me han dejado la sensación de que ahí están, comiéndose los pimientos picantes, porque han invertido tanto en ellos, que cómo van a plantearse ni de lejos ninguna otra cosa… «Llevo veinte años tirando de un negocio que solo me da quebraderos de cabeza, pero a ver cómo lo voy a dejar ,  con todo lo que he puesto en él», «Hace quince años que vivo en esa ciudad que me horroriza, pero cómo voy a dejarlo ahora que por fin he terminado de pagar la hipoteca, con lo que tuve que pelear con X para que nos viniéramos a vivir aquí, cualquiera le dice ahora que quiero irme, no he tenido que pelear días y días que digamos para convencerle…» «Estoy casado desde hace treinta años y sí, es posible que haya otra vida, pero he invertido tanto amor en esto, y tanto tiempo, cómo tirar por la borda todo eso…»

Si algo nos caracteriza a los humanos (entre otras cosas, que la lista es larga) es el pánico. Ya lo sé, y lo entiendo. Puedo entender a quien sigue comiendo los pimientos picantes aunque los ojos se le llenen de lágrimas y el alma, de vez en cuando, de nostalgias por lo que pudo haber sido y no fue, y tal y cual. Lo que ya me molesta más,  aunque entiendo que cada uno se defiende de la desdicha como puede, es que los comedores de pimientos, a veces hasta consigan justificarse: «Además, después de todo, tampoco pican tanto…»

Read Full Post »