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Archive for 13 de octubre de 2009

Reconozco que no hay cosa que más me moleste que darle la razón a según qué gente. Es una cuestión visceral, qué le vamos a hacer, y los miembros más preclaros de la caverna mediática me ponen francamente mala, y basta que ellos digan una cosa para que yo me sitúe enfrente. No tengo ningún problema en reconocerlo. Por eso, escribir este post me duele bastante más de lo que podría parecer, porque hay algo en el fondo que me obliga a dar en parte la razón en algunas de las afirmaciones a quienes tanto despotricaron de los «titiguitegos».

Sé también que no es lo mismo,  ya lo sé. Ya sé que esto no es como lo de Irak, que si la ONU, que si tal y cual. Que si no es una invasión, como entonces. Que esto es una misión de paz. Que si los talibanes. Ya, ya lo sé.

No será una guerra, pero, oye, se parece mucho. Tengo la impresión de que hay gente que mata y que muere, y que «los nuestros» y el resto de los soldados y los insurgentes, y todos los demás, allí no están cuidando flores (ay, qué maldades se me ocurren con las amapolas, precisamente). Ya sé que tampoco es lo mismo ir contra un gobierno como el de Sadam, que sería lo que fuera, claro, que contra los burkas.

Todo eso lo entiendo. Porque además Bush era chungo y Obama (que, ojo, a mí me cae muy bien) es premio Nobel de la Paz, y si esta es la «misión de paz» de Obama, que es guay, no es lo mismo que la «guerra» de Bush, a quien por cierto, en lo que a mí respecta, estaría bien que dios confundiera.

Pero aun así, echo de menos alguna voz, alguien que diga que en esta idílica misión de paz hay demasiada sangre y demasiada mierda, y que ya está bien de contribuir a ella, por mucha OTAN, y mucha justificación (es tan fácil encontrar justificaciones tan encantadoras como la de llevar la democracia, liberar a las mujeres de la tiranía talibán, etcétera, etcétera, cuando se callan las verdaderas razones…), que oculta las auténticas razones y que son las de siempre. Pero como la vida en Afganistán es tan terrible, y los talibanes tan detestables, tranquilizamos la conciencia.Y nos olvidamos  de que es una guerra.

Así que, cuando con marcialidad y ardor guerrero, tantos militares desfilan para reafirmar ese poderío (ja) que nos traemos, yo echo de menos en las calles  a un grupo de aquellos titiriteros  multicolores y vociferantes y gentes de variado pelaje, tan denostados, tan vilipendiados entonces y que, (no digo todos, pordiós, qué va, si fuera así me moriría de pura pena), dan la impresión de estar muy ocupados trabajando gracias a alguna que otra subvención.  O no. Igual tampoco es eso. Igual es que esta guerra que no es guerra, que es misión de paz, ya lo sé, es justa, y se reaparten caramelos, y se reconstruyen ciudades, y los lugareños, incluidos los armados, reciben a las fuerzas extranjeras -de paz, naturalmente- con vítores y alabanzas y pétalos de flores.

Igual es que yo estoy equivocada, y esto de estar ahí metidos, me parece un horror, no porque lo sea, no. Porque yo soy una insolidaria y una cobarde, y no puedo evitar pensar que ahí no pintamos nada. Pero nada.

noalaguerra

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