El otro día mantuve una discusión con una de mis hermanas acerca de la felicidad. Esa es una muestra de que somos inteligentes, porque ya se sabe que las personas normales hablan de cosas, las inteligentes hablan de ideas y las mezquinas hablan de personas, pero una vez establecido nuestro nivel intelectual, la cosa estaba en que ella, seguramente para justificar su propia situación, y sus escasas ganas de modificarla, mantenía que nadie es feliz. Que todo el mundo está más o menos fastidiado, que como mucho uno es feliz a cachitos y más bien escasos. Y aquí una, en su línea tan happy como seguramente gilipollas, insistía en que no, en que la felicidad (descontando, claro las grandes desgracias, o un inesperado dolor de muelas o cualquier otra cosa) en general es posible. Lo mantengo, y lo reivindico, y sé que puedo ser muy pesada, pero creo que es la justa revancha por tantos años en los que nos enseñaron que a) a esta vida se venía a sufrir, b)este mundo es un valle de lágrimas, y c) no importa lo que sufras aquí, porque ya vendrá el cielo con su recompensa. Así que me harto de repetir que la felicidad es posible, que hay que poner un poquito de voluntad y empeñarse en ver las cosas por el lado bueno y todo eso que los que pasais por aquí estáis hartos de leer…
Pero esta mañana me han dado en toa la boca. Resulta que hay un fulano, un tal Brooks que ha hecho uno de esos estudios chorras con los que nos desayunamos de vez en cuando, que ha llegado a la conclusión (el estudio está hecho en Estados Unidos, aviso) de que la gente de derechas es más feliz. Ahí tenéis. Según su sesuda investigación, resulta que los conservadores, los que van a misa, los casados, y los que tienen más dinero, son mucho más felices que los liberales (los liberales de USA, no confundir con los Fedeguico y compañía), los ateos, los que permanecen solteros y los que son pobres. Hala.
Y el tío, además lo justifica así:
«Es mucho más probable que un progresista se crea que es víctima de la opresión, de las circunstancias, y que hay más injusticia en el mundo. Los de izquierda siempre lo dicen, igual tienen razón, pero vivir de esta manera, tener estas actitudes, crea infelicidad».
O sea, que cabrearnos porque hay guerras, porque hay injusticia, porque hay hambre, nos hace infelices… Ah, vale, claro… nunca se me habría ocurrido.
Y resulta que ir a misa los domingos nos hace más felices. Ya. Y estar casados (que se lo digan a un montón de gente que yo me sé) también es una garantía de felicidad. Vale.
Pues ya lo sabeis, visitantes que me leeis, si no sois felices, mirad a ver en vuestra conciencia… ¿cuándo fue la última vez que fuisteis a misa? … va a ser eso… Eso, o que habéis cometido la tontería de votar un partido de izquierda. Más aún: aparte del voto, cometéis el grave error de creer que es injusto que unos pocos naden en la ambulancia (que diría el inolvidable Pazos) mientras que una multitud de seres famélicos se mueren de hambre y de enfermedades. Y como eso os cabrea, os estais perdiendo la oportunidad de ser felices. Item más: algunos de vosotros incluso estáis … ¡solteros!, sí, solteros, o viviendo en pecado o… ¿cómo queréis ser felices, hombrepordiós?
Os lo tenéis merecido, ser tan infelices: Por rojos, por ateos y por solteros. Hala.
(Y no como éste, que como se puede ver es un hombre claramente feliz, que cumple a rajatabla todas las condiciones para serlo. Y se le nota en la cara)
La vida en retales 